REFLEXIONES EN TORNO A LA EDUCACIÓN.
En su
ensayo, "Apologías y Rechazos", Sábato reflexiona acerca de la
educación; rescatamos aquí algunos de sus pensamientos:
“No soy pedagogo, no soy especialista en educación; pero a esta altura de mi vida me considero especialista en esperanzas y desesperanzas, pues algo he aprendido a través de los golpes que he sufrido, de los errores cometidos, de las ilusiones perdidas; ignoro infinitas cosas, vastos territorios de la tierra y de la geografía me son desconocidos; pero conozco y siento mi tierra, me angustia el destino de mis hijos y de mis nietos, la suerte de mis compatriotas y, sobre todo, la suerte de los chiquitos, que de nada son culpables y a los que no tenemos derecho de legarles un lúgubre universo”.
“No enciclopedismo muerto, ni catálogo, ni ciencia hecha, sino conocimientos que se van haciendo cada vez en cada espíritu, como inventor y partícipe de esa historia milenaria. No Información sino formación…”
"Y no pretender enseñarlo todo, enseñar pocos episodios y problemas, desencadenantes, estructurales. Y pocos libros, pero leídos con pasión, única manera de vivir algo que, si no, es un cementerio de palabras”.
“…la verdadera educación tendrá que hacerse no sólo para lograr la eficacia técnica sino también para formar hombres integrales (…) Estoy hablando de esa educación que debería recibir el ser humano en sus etapas iniciales, cuando su espíritu es más frágil, ese instante que para siempre decide lo que va a ser: si mezquino o generoso, si cobarde o valiente, si irresponsable o responsable, si lobo del hombre o capaz de acciones comunitarias.”
“El ser humano aprende en la medida en que participa en el descubrimiento y la invención. Debe tener la libertad para opinar, para equivocarse, para rectificarse, para ensayar métodos y caminos, para explorar. De otra manera, a lo más, haremos eruditos y en el peor de los casos ratas de biblioteca y loros repetidores de libros santificados”.
“Se comete, por tanto, un grave error cuando se pretende reformar la educación cómo si se tratase de un problema meramente técnico, y no el resultado de la concepción del hombre que le sirve de fundamento, de esos presupuestos que la sociedad mantiene acerca de su realidad y su destino y que, de una manera u otra, definen una manera de vivir y de morir, una actitud ante la felicidad y el infortunio.”
“En fin, habrá que reintegrar la ciencia y la sabiduría, lo que implica una humanización de la técnica, una valoración ética de sus adquisiciones y una condena de la profanación de la naturaleza…”
“La escuela y hasta la universidad deben atender a las necesidades físicas
y espirituales de cada una de las regiones, pues el hombre que se pretende
rescatar en esta deshumanización que en nuestro tiempo ha provocado la ciencia
generalizadora, es el hombre concreto, el de carne y hueso, que no vive en un
universo matemático sino en un rincón del mundo con sus atributos, su cielo,
sus vientos, sus canciones, sus costumbres; el rincón en que ha nacido, amado y
sufrido, en que se han amasado sus ilusiones y destinos”.
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