2034
El Consejo Nacional de Educación Superior (Cesu) presentó el documento
elaborado por el Gobierno, sectores académicos y productivos, titulado “Acuerdo
por lo superior 2034. Propuestas de políticas de educación superior”.
Por: José Fernando Isaza
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La propuesta retoma la idea de la
“Misión de ciencia, educación y desarrollo”. En ambos el prólogo corre a cargo
de un eminente intelectual. El de 1995 lo hizo García Márquez y lo llamó “Por
un país al alcance de los niños”; el actual Edgar Morin lo titula “La finalidad
del proceso educativo o la religación ética del sistema”.
Es un profundo ensayo, basado en su trabajo con la Unesco “Los siete
saberes para la educación del futuro”.
Es elogioso del método participativo adoptado para generar los lineamientos
de política educativa, coincide con el informe en que la meta de la educación
debe ser la equidad y la justicia, y a la vez es contundente en contra de la
mercantilización de la educación.
Se aparta de la conclusión financiera del texto “2034” y, por el contrario,
afirma que la convergencia de los 10 grandes temas del sistema educativo
superior no puede ser la sostenibilidad financiera.
En el texto de Morin la pertinencia no se entiende como un acuerdo entre
los objetivos de la educación y el sistema económico: “La finalidad de la
educación es el humanismo cualitativo y religado que permita diálogos
contradictorios y complementarios”. La finalidad del sistema no puede ser
estructural o financiera, debe considerar al hombre como sujeto libre y amable
y no como cosa productiva o medio alienante.
En su defensa, la educación humanística afirma que “la primera e ineludible
tarea de la educación es enseñar conocimiento capaz de criticar el propio
conocimiento”, educar para la incertidumbre, para la diversidad o para que la
democracia no se identifique con la dictadura de la mayoría.
Su tesis es la educación humanística y la educación para la vida, con
preferencia por la simple educación para el trabajo. Coincide con Martha
Nussbaum, quien con su libro Sin fines de lucro. ¿Por qué la democracia
necesita de las humanidades? está promoviendo cambios curriculares en
universidades como MIT y Harvard, en sus áreas de ingeniería administrativas y
negocios.
Propone una educación holística, con preferencia por el simple
utilitarismo. En esto muestra coincidencia con Nuccio Ordine, quien en su libro
La utilidad de lo inútil reivindica la primacía del conocimiento teórico y conceptual
sobre el aplicado, y con Bamberger, mecenas del Instituto de Altos Estudios de
Princeton, cuyo objetivo es “la utilidad del conocimiento inútil”. Este
objetivo lo expresó Aristóteles: “la educación conveniente no es por ser útil y
necesaria, sino por ser libre y noble”.
El documento “2034”, en su acápite “Creemos”, declara “que la educación
superior es un derecho de todos los colombianos”. Durante la discusión de la
reforma de la Ley 30 de 1992, una divergencia entre la Asociación Colombiana de
Universidades (Ascun) y el Gobierno se centraba en este punto. Ascun planteaba
que le educación superior es un derecho fundamental y la ley debía reconocer y
reglamentar este principio; por su parte, el Gobierno consideraba que la
educación superior es un servicio y la ley debería estar orientada a la
regulación de dicho servicio.
El análisis del documento del Cesu debe facilitar caminos para que la
educación logre los objetivos de equidad y justicia.