Razones de la
integración
Mario
Maesso Corral
Detrás de la decisión de un país de
incorporarse a un proceso integrador existen diversas motivaciones. Por una
parte, espera obtener una serie de ventajas que le proporcionen un mayor nivel
de bienestar. Estas constituyen las razones económicas de la integración,
estrechamente ligadas a los efectos positivos generados por la misma. Pero, por
otra parte, también concurren razones extraeconómicas ya que los procesos
integradores conllevan implicaciones, no solo económicas, sino también sociales,
políticas o estratégicas. Tradicionalmente, la integración económica se ha
considerado como una extensión de la teoría del libre comercio y un paso en la
dirección correcta, por cuanto es el inicio del desmantelamiento de la
protección. En este sentido, los argumentos a favor de la integración comercial
serían los mismos que los habitualmente esgrimidos en defensa del libre
comercio. No es hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando la teoría de
la integración se convierte en una parte diferenciada de la teoría del comercio
internacional gracias a la obra de Viner sobre uniones aduaneras, que abre una nueva
línea de pensamiento seguida y completada por relevantes autores. La teoría de
las uniones aduaneras implica un cambio de enfoque al analizar los efectos que
genera la discriminación arancelaria. En efecto, hasta entonces solo se
consideraban las ventajas de la eliminación de barreras comerciales entre
países miembros. Pero Viner pone de relieve que la integración comercial es una
liberalización discriminatoria y parcial, de la que los países miembros esperan
obtener ganancias en detrimento de los países no miembros. En el caso de países
en desarrollo una razón clave es mejorar las posibilidades de crecimiento y
aquí cobra especial importancia el conocido argumento Cooper-Massell que
sostiene que la integración les permitirá reducir los costes de su
industrialización al acceder a economías de escala, superando así el problema
de los estrechos mercados nacionales (Cooper y Massell, 1965, página 462).
La
teoría de la integración se centra, como hemos visto, en las razones
económicas, pero también existen razones extraeconómicas como la creencia de
que un estrechamiento de los lazos económicos supone una garantía para evitar
futuros conflictos, o el mayor peso económico y político del área y su mayor
poder negociador en los foros internacionales. En el contexto actual, muchos
consideran que el avance del regionalismo responde a la necesidad de aumentar
la competitividad para hacer frente a los retos que impone la globalización
económica. Finalmente, cabe añadir que los actuales ACR, al abordar cuestiones
como la migración o los derechos de la propiedad intelectual, abren nuevas
oportunidades a la obtención de ganancias y, por tanto, nuevas razones para la
integración.