La Integración económica
Mario Maesso Corral
Un
poco de historia
Una
de las características más destacadas de la economía mundial desde mediados del
Siglo XX es el denominado regionalismo o surgimiento de bloques económicos,
formados a partir de acuerdos comerciales regionales o de acuerdos de
integración económica. Aunque habitualmente (también en este texto) todos estos
términos se utilizan como si fueran sinónimos, existen algunas diferencias
entre ellos que conviene matizar. Así, el Dictionary of Trade Policy Terms,
define el regionalismo como las «medidas adoptadas por los Gobiernos para
liberalizar o facilitar el comercio sobre una base regional». En el contexto de
la Organización Mundial del Comercio (OMC), los acuerdos comerciales regionales
(ACR) tienen un significado más general, porque pueden estar suscritos por
países que no pertenecen a la misma región geográfica. Finalmente, al hablar de
acuerdos de integración económica nos referimos a procesos en los que varios
países, por lo general geográficamente próximos, se comprometen a eliminar
barreras económicas entre sí, lo que implica que puede tratarse de acuerdos
complejos que van más allá de la liberalización comercial. Existen algunos
antecedentes (Gran Bretaña en el Siglo XVIII o Alemania e Italia en el XIX),
pero no es hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando comienza a
extenderse el fenómeno del regionalismo tal como hoy lo concebimos, como
procesos de integración económica que involucran a varios países. En la
evolución del regionalismo, muchos autores coinciden en señalar la existencia
de dos oleadas. La primera comienza en la década de los cincuenta y se extiende
hasta los años setenta y en ella se registran experiencias como la Comunidad
Económica Europea (CEE) o el Mercado Común de Centroamérica (MCCA). La segunda
oleada comienza a mediados de la década de los ochenta y aún no ha terminado.
En esta fase, que se ha venido a denominar nuevo regionalismo, se asiste a una
revitalización de la integración económica que viene marcada por: a) la
profundización de la integración europea con la consecución de la unión económica
y monetaria y la ampliación a 27 países miembros; b) la contundente apuesta de
EE UU por los acuerdos de libre comercio rompiendo su tradicional resistencia a
los mismos, siendo el más importante el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (NAFTA); c) la conversión de Asia hacia los acuerdos de integración
regionales como refleja el avance de la Asociación de Naciones del Sudeste
Asiático (ASEAN) y el proceso ASEAN + 3 con China, Japón y Corea del Sur; d) el
impulso de los acuerdos de integración entre países en desarrollo, como es el
caso del Mercado Común del Cono Sur (MERCOSUR) y, finalmente, e) el aumento de
acuerdos entre países desarrollados y países en desarrollo, especialmente por
parte de Estados Unidos y la UE. En sintonía con lo anteriormente mencionado,
el número de acuerdos comerciales regionales (ACR)1 ha seguido una tendencia
creciente e ininterrumpida desde los años noventa y no es de extrañar que, en
la actualidad, existan más de 200 acuerdos de integración2. A la vista de esta
proliferación, se habla de un spaguetti bowl, expresión acuñada por Bhagwati
para denominar el complejo mapa formado por las líneas que unen a los países
que han firmado acuerdos regionales. Esta situación ha abierto una intensa
polémica en torno a la cuestión de si el avance del regionalismo juega a favor
o en contra de un comercio más libre a nivel multilateral.